Conoce la historia de éxito de Rita Mere

Rita Mere tiene 19 años, vive en Ica y se traslada a Lima dos veces por semana para cumplir el sueño de culminar una carrera históricamente dominada por varones. De pequeña se escondía entre las llantas o jugaba con las herramientas de su padre en la cochera de su casa. “Mi papá es un mecánico autodidacta y crecí en nuestro propio taller mirando todo lo que pasaba. Mi mamá siempre me regañaba, pero me escapaba para seguir aprendiendo y jugando”, recuerda Rita.

Más tarde, el colegio despertó en ella un interés especial por los números. En medio de clases que llevaba sobre cursos de industrias de vestir o alimentos en una escuela para mujeres, fue su docente de computación quien vio en ella un potencial que escapa de las enseñanzas convencionales. “Mi profesor nos recomendó para representar a la escuela en un proyecto de robótica. En mi colegio no enseñaban ese curso pero junto a otra compañera presentamos una planta industrial, con faja transportadora y control de luces led. Logramos el primer puesto de su provincia y el segundo a nivel regional”, sostiene Mere.

Tras su logro estudiantil, Rita debió de convencer a su familia que no seguiría alguna carrera de salud como planeaban sus padres. La estudiante apostó por la ingeniería industrial hasta que la pandemia paralizó sus sueños e hizo que replanteara su decisión.“Una vez navegando por redes sociales vi las becas de IDAT, conocí más de cerca la ingeniería mecatrónica y sabía que era la carrera que quería estudiar. Me tomaría menos tiempo y luego podría crecer académicamente con los convenios que tenían”.

Hoy, esta joven que está a puertas de cursar el quinto ciclo de la carrera desarrolló un proyecto junto a sus compañeros para ayudar a la cloración en el proceso de potabilización del agua potable en una planta en Ñaña. La iniciativa busca que el cloro se añada automáticamente, midiendo la entrada de agua por minuto, reduciendo el factor de error y ayudando a cientos de hogares a tener agua limpia y de consumo.

A solo unos meses de terminar su carrera, Rita espera poder acceder a una especialización en prótesis electromecánicas para ayudar a su sobrina de 12 años. “Ariane que tiene una discapacidad en su brazo y quiero ayudarla. Así como ella hay muchos niños y niñas que necesitan de soluciones tecnológicas para mejorar su vida. A través de internet he visto proyectos que desarrollan con niños y me gustaría poder aportar en ello”.

Rita Mere es un claro ejemplo de que la vocación siempre encuentra el camino para la educación y quiere que su experiencia inspire a más personas que no se animan a dar ese primer paso. “Muchas veces las chicas no se atreven a estudiar carreras que necesitan fuerza bruta de hombres, pero no todo es fuerza. También es lógica, porque muchas conexiones necesitan delicadeza porque una soldadura mal hecha o conexión puede arruinar los componentes o dañarlos. Hoy las mujeres sí pueden alcanzar sus sueños”.